¿QUÉ ES EL TEA?

El trastorno del espectro autista (TEA) es un trastorno del neurodesarrollo heterogéneo que afecta a 1 de 165 niños y tiene una prevalencia de 4 a 1 en niños que en niñas. 

El TEA es usualmente diagnosticado entre la edad de 2 y 3 años, pero hay indicadores tempranos que pueden ser detectados a la edad de 18 meses. Aunque aún no se ha descubierto una causa única, sí se ha relacionado a diferentes factores que junto a los avances neurobiológicos permiten poco a poco clarificar la naturaleza de los TEA. Es importante señalar que, los TEA no se adquieren a través del entorno, ni tampoco son susceptibles a una curación, más sí, a una intervención temprana desde los primeros años de vida para que el niño tenga un mejor pronóstico. 

¿CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS DE UN NIÑO CON TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA (TEA)? 

Los TEA se caracterizan por tres núcleos principales de síntomas: 
  • Tienen una interacción social alterada, es decir, tienen ausencia de contacto visual y escasa o nula atención compartida; pueden ir desde una actitud de aislamiento, estar desinteresado por el entorno o ser indiferente ante la presencia de otra persona hasta tener una pobre integración con sus pares no acorde a su nivel evolutivo. De la misma manera, poseen deficiencia para expresar, discriminar expresiones faciales e interpretar las emociones o sentimientos del otro, hay una falta de reciprocidad social o emocional; así como, ausencia de conductas encaminadas a compartir placeres, interés o logros con otras personas (ej.: el señalar). 

  • El segundo núcleo, es que su comunicación verbal y no verbal está alterada. Los niños con TEA no responden a su nombre; pueden tener un retraso o ausencia completa del desarrollo del lenguaje oral sin intentos de compensar con medios alternativos de comunicación (ej.: uso de gestos); en cambio, en otros en los que sí hay lenguaje oral, este puede ser predominantemente ecolálico (repeticiones de palabras o frases directas o diferidas), no mantienen intercambios conversacionales de forma recíproca o no utilizan el lenguaje para contar historias o experiencias y; si hay comprensión ésta tiende a ser literal, es decir no entienden chistes o ironías por ejemplo. 

  • Presencia de patrones de conductas, intereses y comportamientos estereotipados y repetitivos. Estos niños poseen intereses restringidos o preocupación persistente por partes de objetos, no aceptan la varianza del entorno, tienen una adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos y no funcionales (ej.: prender y apagar el interruptor continuamente) y, poseen movimientos corporales estereotipados. Además de todas estas

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